Hardware inestable. Deconstruyendo imágenes/Reconstruyendo sonoridades.
Potencialidad de lo cotidiano:
reapropiación y desvío de tecnologías obsoletas y de uso doméstico.
Me gustaría comenzar con una pregunta que es a la vez una afirmación y la pista que intentaremos seguir en estos dos dias de taller. La pregunta de hecho es bastante simple pero nos propone desplazarnos de la idea preconcebida que solemos tener en relación al video. Esta pregunta es la siguiente:
¿Por qué hablar de sonido antes que hablar de imagen en un taller de video?
Lo primero que viene a nuestra mente al pensar en el video es en relación al acto de ver: suponemos ante todo que el video es, produce o registra una imagen. De hecho la palabra video no significa otra cosa que yo veo. Videar sería un equivalente de ver como ya sabemos gracias a anthony burgess y su naranja mecánica.
Sin embargo la aproximación al video como imagen es solo una de las aproximaciones posibles. y tal vez no sea una de las mas apropiadas. Si la cámara fotográfica es de hecho una máquina construida con el objetivo de fijar imágenes de la realidad en un soporte físico concreto, que luego encuentra su continuación en la cámara y el proyector cinematográfico, generando la ilusión de movimiento a partir de imágenes estáticas, el video surge como un dispositivo mas abstracto de traducción y flujo de información. De hecho no hay fotograma visible en una cinta magnetica o digital de video. Puros ceros y unos. Información abstracta a ser decodificada y retraducida en imágenes. Todos sabemos esto y no hay una gran novedad aquí. Sin embargo cuando tomamos una cámara de video lo primero que hacemos es encuadrar, enfocar, etc etc, todas operaciones relacionadas a la fotografía. Y lo mismo suele ocurrir cuando editamos: suele editarse video de la misma manera que se edita un film desde 1910, cortando, pegando, fundiendo planos, contraplanos, etc.
Ahora bien, si el video y sus dispositivos, no son esencialmente máquinas de imágenes, que es lo que son? O mejor dicho ¿desde que lugar pretendemos abordarlos en este entorno? Ya que, ante todo, el video parece ser un medio no-específico, inestable, abordable desde múltiples y hasta contrapuestas perspectivas ¿hacia donde, entonces, nos interesa desplazar el funcionamiento de este dispositivo impreciso que parece arrastrar tras de si un ojo ciego? Tal vez la primera operación sea precisamente arrancarle los ojos al video. Cegarlo. Y paradójicamente no pienso en una ceguera en tinieblas, privada de visión, sino por el contrario, en una visión que se talla desde lo tactil, lo tangible y lo audible y no desde la retina fotosensible exclusivamente. Recuerdo el texto de Joyce en el Ulises: si uno puede meter sus cinco dedos a través, es una reja, si no una puerta. Cierra los ojos y mira.
Joyce nos hace bien patente en este texto que en toda visión existe la promesa de lo tangible. Como una mano atravesando la reja, las cosas pasan a través de la vista. A mi me gustaría agregar que en esa forma de tactilidad existe de manera latente también todo lo audible. Debemos tocar (touch) las cosas y al tocarlas (play) escuchar su repiqueteo.
Intentar hacer del video un medio palpable y audible antes que visible exige sin embargo un corrimiento, un desvío tanto en nuestra aproximación perceptiva y conceptual como en la manera de acercarnos a las herramientas, materiales y procedimientos. Podríamos pensar de hecho, el desvío en sí como el primer procedimiento y operación y a partir de ello replantearnos que es aquello que consideramos herramientas y materiales.
En este sentido reapropiarnos de tecnologías que suelen considerarse obsoletas, de baja resolución o en desuso puede convertirse en una plataforma ideal para investigar y experimentar las cualidades materiales de esta información audiovisual. Todo nuestro entorno puede transformarse en material para ser aislado y recontextualizado: desde las producciones culturales preexistentes hasta nuestro entorno más inmediato y doméstico.
Recuerdo aquello planteado por Nicolas Bourriaud en su breve ensayo Post Producción. En este texto se plantea precisamente esta idea de desvío y de políticas de uso en el arte contemporaneo, dentro del grupo de artistas que él llama artistas de la posproducción. Artistas que trabajan ante todo resignificando producciones o tecnologías existentes. Una figura recurrente en el texto es la del DJ, operador sonoro que toca música con productos (discos) como si se tratara de un Reddy made sónico. Bourriaud extiende esta idea mas allá del campo artístico hacia la vida cotidiana. Este breve fragmento de su texto que leeré a continuación expresa claramente esta idea, él dice:
En nuestra vida cotidiana, el intersticio que separa a la producción del consumo se achica cada día. Podemos producir una obra musical sin saber tocar una sola nota de musica, sirviéndonos de discos existentes. (…) El zapping es también una producción, la producción tímida del tiempo alienado del ocio: con el dedo en el botón se construye una programación.
Esta idea es potencialmente seductora y potente, de hecho parte de mi trabajo personal que incluye la reutilización de tecnologías en desuso o en vías de extinción se desarrolla bajo la idea de que el usuario, técnicamente inexperto, modifica en algún sentido las tecnologías que usa. Extremando la idea del mal-uso que hace caso omiso de manuales y reglas de utilización, podemos pensar que el usuario supuestamente pasivo podría ser potencialmente un hacker que genere una mutación de los dispositivos que utiliza. Esta idea es seductora, no cabe duda, pero creo que merece ser puesta a prueba una y otra vez. El primer problema que veo surgir en relacion a esta idea es el nivel específico y compacto que están adquiriendo dia a dia las producciones tecnológicas. Cada vez mas los dispositivos se acercan a la idea de caja negra. Chips hiper minimos resuelven lo que hace 20 años necesitaba grandes placas repletas de capacitores, resistencias, tansistores, etc. intervenir el hardware de un telefono celular de ultima generación parece una batalla perdida de ante mano. De hecho aquellos que se dedican al hardware hacking o al circuit bending se inclinan sin dudas por aquellos aparatos de las décadas del 60, 70 u 80, en donde un soldador, cables, fotorresistencias y estaño pueden ser muy efectivos para desviar y modificar el funcionamiento interno del dispositivo. Esta idea de caja negra y de objeto específico en donde convergen simultáneamente múltiples funciones: teléfono, cámara, reproductor de mp3 mp4, computadora personal, etc etc genera aparatos que nos permiten extremar cada vez mas el flujo de información pero a su vez vuelve mas estanco y críptico el acceso a su lógica interna de funcionamiento. El hackeo se convierte en una profesión hiper específica.
Por otro lado el ciclo de producción-consumo-desecho cada vez se acorta mas y mas. No estoy enterado la cantidad de desechos tecnológicos que se producirán por año mundialmente, pero puedo imaginar satélites de basura tecnológica girando cada año alrededor de la tierra…lo que tal vez no sea un mal proyecto artístico de refuncionalización y desvío…deberíamos evaluarlo, agregar cada año un satélite a la orbita terrestre, habitado por parásitos tecnológicos, un proyecto ciber punk, no cabe duda, que no creo sea bien acogido por la alas mas verdes del arte.
Bueno, me gustaría que veamos ahora unos fragmentos del film documental paisajes manufacturados. Tal vez lo conozcan, en todo caso la mirada que me gustaría acentuar aquí es en relación a esta idea de producción-consumo-desecho y retornar al planteo de nicolas bourriaud en donde él percibe cada vez mas cercana la imagen del consumidor con la del productor.
No se cual es la sensación que queda en ustedes al ver estas imágenes, pero lo primero que surge en mi cabeza es una gran confusión y vértigo acerca del recorrido que han hecho y harán a la brevedad los objetos que consumimos. A la vez me genera un fuerte impacto la estratificación de estos procesos. Si por un lado es cierto que cualquiera puede hacer musica con un ordenador en su casa y la imagen de productor-consumidor se funden y acercan, por otro lado se estratifica claramente el proceso producción-consumo y desecho, y esto también produce formas de aproximación particulares a estos objetos de consumo.
Pienso también en la imagen resultante de mi mesa de trabajo cuando comencé, casi sin un conocimiento previo de electrónica, a desarmar juguetes y pequeños artefactos electrónicos intentándoles dar otras funciones que para las que estaban construidos. La aproximación intuitiva a las herramientas y los objetos transformó la mesa de trabajo, que en un principio se hallaba claramente ordena, estratificada en lo que yo suponía herramientas, materiales, accesorios etc etc. esta transformación rápidamente puso a todos los elementos en un mismo nivel: confundiéndose unos en otros. Esta primera entrada del caos me generó cierta confusión y desesperación al no poder diferenciar aquello se extendía en forma anárquica sobre la mesa. Sin embargo rápidamente surgió una ventaja en esta disposición: cada elemento, al encontrarse en el mismo plano que sus vecinos, podía ser relacionado con los otros. Esto, sumado a mi poco conocimiento técnico, me incentivó a intentar producir relaciones de lo mas absurdas o paradójicas, en muchos casos sin la esperanza de que aquello “funcione” en un sentido técnico.
Me gustaría leerles ahora un texto de una artista colombiana, de la cual, confieso, conozco muy poco su obra. Fui a dar con este texto en un catálogo de una muestra realizada en buenos aires el año pasado, la muestra se llamó sincronías. Esta reunía una serie de artistas que trabajan en relación a las tecnologías en desuso generando máquinas absurdas o montajes sumamente poéticos utilizando artefactos en principio insignificantes como pequeños walkmans, ventiladores y cintas de audio. La artista a la que hago referencia se llama Adriana Arenas. Su texto es bastante radical al respecto del uso de estas tecnologías, pero creo que puede abrir una discusión bien interesante.
Leo sus palabras:
Para quien construye nuevos objetos a partir del desuso es absurdo pensar que la tecnología pierde vigencia. Esta es la gran verdad que hay detrás de estos objetos. No hay tecnología superior ni inferior, antes ni después. Un cuchillo es tan útil como un computador, e incluso la supera. La tecnología, mientras avanza, genera necesidades ilusorias. Las tecnologías recicladas tienen una posición política sin tener la intención. No botar todo lo que está viejo es hacer una barricada. Construir cosas nuevas a partir del material en desuso es salir a matar sin piedad. Evito la compasión hacia objetos susceptibles al cambio (que realmente son todos) Si han de morir en el proceso creativo, pues valió la pena. En todo caso ya estaban muertos. Esta es una nueva oportunidad de existir. Nuestras partículas también se dividirán, y la naturaleza es implacable. Cadáveres de cucarachas en las esquinas mas remotas de las carcasas de grabadores me hallan la razón. Todas estas cosas que se evidencian en los electrodomésticos así como las evidencias de desgaste se convierten en la materia prima del arte: tiempo. si hay que limpiar o no es cuestión de criterio. Para que el arte sea mas que un comentario suelto o un mal chiste hay que lograr que la materia prima se encrudezca al máximo.. confiemos en la carga que tiene, ahí se va a quedar por un tiempo. hay que olvidar la idea de maquina, incluso la idea de orden. Superemos todo lo que queremos sacar de la maquina, ella responderá para bien o para mal. Sin esperanzas, sin pretensiones, todo en ceros (para nuestra fortuna o nuestra desgracia estas volverán con el tiempo). Despreciemos la temática. Eliminemos el contexto. Fomentemos nuestra ignorancia. El fracaso es nuestro amigo.
Bueno, hasta aquí las palabras de Adriana. Pienso mientras escribo esto que ahora estoy leyendo aquí, que nos hemos desviado de esa pregunta original, con la que se iniciaba el taller. Sin embargo ese desvío, ese rodeo que hemos hecho, tal vez haga que la pregunta resuene en otro sentido:
¿Por qué hablar de sonido antes que hablar de imagen en un taller de video?